Centón de abril
¡Uf! Por un momento temí no llegar. Generalmente posteo cada 3 días, pero últimamente mis jornadas están bastante ajetreadas. Me preocupaba mi falta de tiempo porque sabía que hoy era mi última oportunidad, que se terminaba el mes y yo no había posteado aún el centón correspondiente. Pero aquí estoy, cumpliendo con mi palabra y mi objetivo.
Éste es el tercer y último centón; no voy a seguir torturándolos con estos vanos mejunjes míos... a lo sumo, algún día, postearé aquel para el cual me estoy entrenando (sí, ya sé, me falta mucho entrenamiento aún, soy consciente de mis limitaciones).
Para esta ocasión me fui al mundo del tango. Rescaté frases únicamente de las letras más conocidas y/o que más me gustan, porque el gotan es un cosmos infinito y la idea es que también ustedes puedan reconocer partes dentro de la mezcolanza. Una vez más, no es gran cosa, pero algo es algo y con ello me despido hasta la próxima.
Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé...
Uno va arrastrándose entre espinas y en su afán de dar su amor, sufre y se destroza hasta entender que uno se ha queda'o sin corazón.
Cómo olvidarte en esta queja, cafetín de Buenos Aires,
he venido por última vez, he venido a contarte mi mal,
copa a copa, pena a pena, tango a tango, embalado en la locura del alcohol y la amargura,
así salgo a vender mis vergüenzas en flor...
y oigo la queja de un bandoneón, dentro del pecho pide rienda el corazón.
Quiero emborrachar mi corazón para apagar un loco amor que más que amor es un sufrir.
Llega tu recuerdo en torbellino, vuelve en el otoño a atardecer...
Perdoná si al evocarte se me pianta un lagrimón
(esas ganas tremendas de llorar que a veces nos inundan sin razón).
Decí, por Dios, qué me has da'o, que estoy tan cambia'o, no sé más quién soy;
estás clavada en mí, te siento en el latir abrasador de mis sienes.
“Lo nuestro terminó”, dijiste en un adiós de azúcar y de hiel,
“hoy vas a entrar en mi pasado y hoy nuevas sendas tomaremos”...
Y allí, con tu impiedad, me vi morir de pie, medí tu vanidad y entonces comprendí mi soledad.
Desde que se fue, triste vivo yo;
tres cosas lleva mi alma herida: amor, pesar, dolor.
Y yo que nunca aflojé, de noche angustia'o me encierro a yorar
nostalgias de escuchar su risa loca y sentir junto a mi boca como un fuego su respiración,
vivir con el alma aferrada a un dulce recuerdo que hoy lloro otra vez.
Después... ¿qué importa el después? Toda mi vida es el ayer que me detiene en el pasado,
si ella me olvida, qué importa perderme mil veces la vida, para qué vivir.
Vacío ya de amar y de llorar tanta traición,
dan ganas de balearse en un rincón.
Primero hay que saber sufrir, después amar, después partir y al fin andar sin pensamiento;
verás que todo es mentira, verás que nada es amor, que al mundo nada le importa... ¡Yira!... ¡Yira!...