Te la debo
Carpe diem piensa:
El deber me llama.
Carpe diem lo medita seriamente:
No pienso contestarle.
Carpe diem retruca:
Díganle que ahora no puedo atenderlo.
Carpe diem se entusiasma:
“Número equivocado”
Carpe diem se delira:
¿Y por qué mejor no me manda un mail o un mensajito de texto?
Carpe diem sigue siguiendo:
¿Y por qué justo a mí me viene a llamar?
Carpe diem se pregunta:
Carpe diem vuelve en sí:
Carpe diem suspira:
El deber me llama.
¿Quién le habrá dado mi número?
Carpe diem vuelve en sí:
¿Quién habrá inventado esta frase?
Carpe diem suspira:
El deber me llama.
2 Comments:
Qué grato ser espectadores de lo circular de tu razonar.
Cuando lo atiendas, haznos (asnos) partícipes.
Suelo atenderlo, ése es el problema.
Besito
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