Montpellier
Miércoles 4 de agosto (20:10 - 2010)
Apenas llevo 24 horas en la ciudad pero algo ya asintió por dentro y empieza a sentir una comodidad apañada por la sonrisa que se fue instalando tras un día soleado con playa mediterránea incluida y caminata por el apacible y bonito centro histórico. Es la hora de la cena temprana y demasiado luminosa para mi apetito nocturno (?) que no sabe ya cómo actuar todavía confundido por los diversos vaivenes a los que lo estoy sometiendo.
Pasados los mágicos días en Holanda, creí en algún momento que nada superaría la fabulosa experiencia y sensación vivida en Ámsterdam, pero Montpellier parece querer pelear su lugar en el podio citadino.
Un majestuoso y magnífico parque me ofrece benevolente un banquito sombreado y, mientras saboreo mi adictivo sándwich de camambert y tomate, las cigarras encienden el aire con su sonido característico acompañadas por el viento en las copas de los árboles, el sonido del agua que juega en la fuente a mis espaldas y el tamborileo de uno de los tantos músicos de esta ciudad repleta de luthiers.
Montpellier me regala un curioso locus amoenus siglo XXI y no hago más que recibirlo y disfrutarlo en plenitud. Intenta un atisbo de lírica llegar a mi mente, pero rápidamente la espanto recordándole que colgué el plumín por el bien de la humanidad y que mi lugar en las letras rara vez escapará a la prosa. Montpellier se ríe y yo también.
3 Comments:
Tipeando esto en Barcelona no puedo más que suspirar... y yo me entiendo (creo).
Te leo Carito, muy contenta por vos. Me encantó el detalle del locua amoenus del XXI.
bes
o
Gracias, Clariña :-)
Abra
zo
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