enero 28, 2008

Una tarde en el hipódromo

Por una cabeza de un noble potrillo
que justo en la raya afloja al llegar
y que al regresar parece decir:
“No olvides, hermano, vos sabés, no hay que jugar”.



Me gusta la timba, quienes me conocen lo saben: me gustan los tragamonedas, me gusta la ruleta, me gusta el póker, me gusta el bingo, me gustas tú (ah, no, eso era otra cosa). Luego de haber ido al hipódromo unas 3 veces, puedo decir que me gustan “los burros”.
La timba para mí es realmente un JUEGO, y lo disfruto tanto como jugarme unas fichas al Lethal Weapon 3, o distraerme unas horas con Tomb Raider o Age of empires II, o regalarme una ronda de TEG, pool, truco o generala con amigos.
El hipódromo —al menos el de Palermo, que es el que conozco— tiene su colorido y encanto. Están allí los burreros viejos, con sus revistas con la posta, con sus comentarios de ‘sabios’ apostadores, con sus diálogos llenos de jerga que vaticinan cosas como “se viene la imperfecta 4-6” y quienes eventual y vertiginosamente se juegan la vida. Personajes curiosos.
Pero en el hipódromo también hay familias con hijos que van a pasar una tarde viendo correr a los caballitos; y parejas que optaron por una salida distinta; y curiosos; y grupos de amigos que eligieron otra forma de divertirse y pasarla juntos.
La emoción y el fervor que genera la proximidad de los caballos al disco no puede describirse prolijamente con palabras, pero algo de ese entusiasmo se refleja en los locutores de las carreras, por si alguna vez los escuchaste... Y si es tu caballo el que lleva la delantera, pues más aún.
Hasta ahora no gané un pomo, debo admitir, pero juro que no me amarga ni nada por el estilo (obviamente mis apuestas no son fuertes, son más bien debiluchas). Cuando estoy ahí me entretengo con varias cosas y la tarde pasa rápidamente. Por momentos hasta siento una suerte de viaje en el tiempo y me da la sensación de que por allí debe andar Isidoro Cañones o algún tanguero famoso.
En fin, a lo que iba con este post: si algún día estás aburrid@ y tenés la posibilidad de acercarte a un hipódromo, andá nomás. En una de esas terminás como mi queridísima Psicodélica Star, con una inesperada fortuna de $3,50 y una de esas sonrisas que Visa no puede comprar.

4 Comments:

At 29/1/08 03:47, Anonymous Anónimo said...

¡Qué Burrada!

 
At 29/1/08 10:37, Blogger Fodor Lobson said...

Recuerdo que hace muuuchos muuuchos años en BCN (cuando en lugar de BCN abreviábamos el nombre de la ciudad como "Barna") había un "Canódromo" o algo así, en el que se corrían carreras de galgos. ¿hay en BsAs?

 
At 30/1/08 08:54, Blogger Psicodélica star said...

Nunca antes había concurrido a un hipódromo, ergo, no conocía este mundo paralelo. Es muy interesante ir descubriendo las características del potrotipo del burrero viejo.

En esta última visita, tuve la suerte de apostarle a Knock, el ganador de la octava carrera. La sensación de que tu caballito gane es curiosa y, aunque ganes $3.5, está bárbaro.

Me gusta mucho compartir la timba con vos, por suerte sabemos cuándo parar.

¡¡Qué fortuna tenemos en el amor!!

 
At 31/1/08 20:01, Blogger Carpe diem said...

Ramiro: Totalmente, hay que ser burros para llamar “burros” a los caballos, eh? :-)

Fodor: La verdad es que no sé. Creo que –al menos a nivel legal– no hay canódromo, pero quizás le esté pifiando.

Psicodélica: All we need is love, el dinero va y viene :-)

Saludos apostadores.

C.

 

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