Uninvited guest

¡Eureka! No es necesario ser abiertamente descortés ante las inesperadas visitas que nos rompen los esquemas. Encontré una sutileza lingüística que bien puede servir para, al menos, despertar la sospecha del visitante respecto a cuán bienvenido es a irrumpir sorpresivamente en nuestro hogar. Puede aplicarse tanto a suegras molestas y seres indeseados, como a conocidos o amigos que apreciamos pero que realmente cayeron en un mal momento.

Es así: primero practiquen una sonrisa entre cínica y amigable (no debe ser muy rígida pues el cinismo se evidenciaría sobremanera) y, cuando la hayan logrado, busquen el punto de articulación exacto para decir lo que detallo a continuación (les recomiendo practicar en voz alta un par de veces, y les aseguro que, una vez logrado, saldrá siempre con naturalidad).

En vez de decir falsamente:
—Aaahh, (fulano/a), gracias por pasar...

Ustedes dirán:
—Aaahh, (fulano/a), gracias por pesar...

La clave está en la pronunciación de esa importante vocal, pues si la E suena demasiado, la sutileza se nos va al tacho, y si suena A, pues estamos mintiendo. Ahora bien, el punto de articulación de estas vocales no dista demasiado, y lo implosivo de la P con lo sibilante de la S colaboran bastante a disimular la vocal que está entre dichas consonantes. Por otra parte, es altamente recomedable exagerar y/o alargar la última A para disimular mejor. (Nota: la sonrisa antes practicada es más que indispensable, pues contribuye notablemente al camuflamiento vocálico).

El resultado de la enunciación debe ser algo sutilmente extraño, en virtud de lo cual el visitante con un mínimo grado de suspicacia ya habrá quedado suavemente advertido de que, cuanto antes se vaya, mejor para todos. “A buen entendedor, raras vocales” (Carpe diem dixit).