agosto 15, 2007

Cadáver bloxquisito II

Bien, tras haber leído vuestros comentarios y sugerencias, haré lo que se me antoje... nah, chiste, que viva la armonía. De hecho, les agradezco las ganas que manifiestan de hacer otro texto en “blogmunidad” (sí, voy a inventar muchas más palabras bobas con BLOG, ¿no puedo?), me viene más que bien en estos días ajetreados.

De acuerdo con vuestros deseos, la mayoría se inclinó por empezar un texto nuevo y éste será, entonces, el espacio dedicado al mismo. Dado que —como sugiere Cerebro Magnético— estaría bueno armar una historia, he aquí las nuevas reglas que decreté como para que todos quedemos contentos:

  1. TRES palabras como mínimo y CINCO como máximo por comentarista + un opcional signo de puntuación (coma, punto, punto y coma, puntos suspensivos, guión, paréntesis, comillas, signo de interrogación/exclamación).

  2. Hay que copiar y pegar lo anterior, de modo que en el último comentario vaya quedando el texto que se está conformando. Véase el ejemplo:

  3. Comentarista 1:
    CARPE ES MUY
    Comentarista 2:
    Carpe es muy ROMPE-PELOTAS CON SUS EJEMPLIFICACIONES
    Comentarista 3:
    Carpe es muy rompe-pelotas con sus ejemplificaciones... PORQUE TIENE MIEDO DE
    (Etcétera)
  4. La siguiente condición es que sea gramaticalmente correcta, es decir, se admiten giros poéticos y palabras inventadas, pero nada de “EL SILLAS” o cosas por el estilo (ni guarangadas innecesarias, che, que la edad del pavo ya la pasamos).

  5. Se puede seccionar el texto en partes, y no me refiero únicamente al uso del punto y aparte, sino a la posibilidad de poner cosas como “Capítulo I”; “Escena Nº tanto”; “Otro día en el bar” y lo que se les ocurra.

  6. Asimismo, es posible agregar puntuación a lo escrito previamente por otro comentarista, pero tengan en cuenta que en ese caso estarían gastando así su propio signo opcional. Y una cosa es agregar y otra muy distinta quitar o cambiar, eso sí que no, ¿eh? Lo máximo modificable es algún error ortográfico y de eso, si me permiten, me encargo yo.

  7. Por último, no vale que una persona haga comentarios seguidos, siempre debe esperar al menos un turno (téngase a bien no hacer trampitas con el uso de anónimos y/o apodos varios).

  8. Y para que nadie se ofenda, sépase que borraré todo aquel comentario que no acate las 6 reglas anteriores, una cuestión de principios que le dicen.

  9. Cualquier duda, reclamo, opinión o delirio trasnochado que esté ajeno a este cadáver bloxquisito que ahora emprendemos, tengan a bien hacerlo en los comentarios del post que está inmediatamente debajo de éste (“All together again”).

Ahí vamos. Alea iacta est.

82 Comments:

At 15/8/07 22:35, Blogger Carpe diem said...

“NUNCA HABLES CON EXTRAÑOS

 
At 16/8/07 09:34, Blogger FL said...

"Nunca hables con extraños " ME DECIA LA TIA TOTA

 
At 16/8/07 10:10, Blogger Psicodélica star said...

"Nunca hables con extraños", me decía la tía Tota Y AUNQUE LA APRECIO MUCHO

 
At 16/8/07 18:51, Blogger Maturin said...

"Nunca hables con extraños", me decía la tía Tota y aunque la aprecio mucho, RECONOZCO EN SU FRASE

 
At 16/8/07 20:30, Blogger Carpe diem said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase UNA TENTADORA PROHIBICIÓN QUE

 
At 17/8/07 16:44, Blogger Maturin said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición QUE NO PODÍA DEJAR DE

 
At 17/8/07 19:12, Blogger Carpe diem said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de TRANSGREDIR.
FUE ASÍ COMO LA

 
At 17/8/07 21:47, Blogger Tomás Grounauer said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la TARDE DEL 6 DE MARZO

 
At 18/8/07 02:19, Blogger Xuravet said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, EMPECINADO EN LAS TRANSGRESIONES, OPTE

 
At 18/8/07 12:31, Blogger Psicodélica star said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté POR IR A LO DE

 
At 18/8/07 15:06, Blogger Carpe diem said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de UNA PERSONA COMPLETAMENTE DESCONOCIDA Y

 
At 19/8/07 11:51, Blogger FL said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y COMENZAR UN APASIONADO ROMANCE,

 
At 19/8/07 18:20, Blogger Unknown said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance. EL PROBLEMA ERA QUE NO

 
At 19/8/07 20:09, Blogger Polaroid said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance. El problema era que no ME DECIDÍA POR

 
At 19/8/07 20:18, Blogger Carpe diem said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por CUÁL PUERTA GOLPEAR. ENTONCES

 
At 19/8/07 21:07, Blogger Maturin said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces PENSÉ QUE SERÍA BUENO

 
At 20/8/07 09:58, Blogger Psicodélica star said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno DEJAR MI SUERTE LIBRADA AL

 
At 20/8/07 10:08, Blogger Carpe diem said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al BAZAR, Y HACIA ALLÁ FUI

 
At 20/8/07 11:02, Blogger Xuravet said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar,y hacia allá fui BUSCANDO UNA CURA MOMENTÁNEA, SUBLIME

 
At 20/8/07 22:45, Blogger Begonia Loverraine. said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar,y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. ME SUBÍ POR ENDE AL

 
At 21/8/07 00:24, Blogger Tomás Grounauer said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar,y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al PRIMER TAXI QUE VI

 
At 21/8/07 09:22, Blogger FL said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar,y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi Y LE DIJE AL CHOFER

 
At 21/8/07 09:56, Blogger Unknown said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar,y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: AL INFINITO Y MÁS ALLÁ.

 
At 21/8/07 11:28, Blogger Xuravet said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar,y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más alla. CONDUJO SILENCIOSO POR LARGO RATO

 
At 21/8/07 13:36, Blogger Psicodélica star said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar,y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más alla. Condujo silencioso por largo rato HASTA QUE, REPENTINAMENTE,

 
At 21/8/07 15:03, Blogger Carpe diem said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más alla. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, VI UN MAGNÍFICO BAZAR

 
At 21/8/07 15:22, Blogger Unknown said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar QUE OSTENTABA UN CARTEL "ENTRE

 
At 21/8/07 16:11, Blogger Xuravet said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel "Entre, ATRÉVASE A BUSCAR NOSTALGIAS Y

 
At 21/8/07 16:18, Blogger Carpe diem said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: "Entre, atrévase a buscar nostalgias y NO ENCONTRARÁ NINGUNA

 
At 21/8/07 17:55, Blogger Xuravet said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: "Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; AQUÍ SE VENDEN ALMAS"

 
At 21/8/07 23:11, Blogger Psicodélica star said...

Xuravet dijo...
“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: "Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas". Y ENTRÉ NOMÁS

 
At 21/8/07 23:15, Blogger Carpe diem said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
ME ATENDIÓ UN SEÑOR BARBUDO

 
At 22/8/07 09:28, Blogger Rodolfo Snob said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, VESTIDO CON UNA TUNICA VERDEMAR

 
At 22/8/07 12:09, Blogger Xuravet said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, DE MIRADA APACIBLE PERO PENETRANTE

 
At 22/8/07 12:22, Blogger Psicodélica star said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar,de mirada apacible pero penetrante. ME RECIBIÓ CON UN ESTORNUDO.

 
At 22/8/07 12:59, Blogger Maturin said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar,de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo. "Salud" dije, y se desplomó

 
At 22/8/07 16:44, Blogger Xuravet said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar,de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo. "Salud" dije, y se desplomó ANTE MIS PIES DEJÁNDOME DESCONCERTADO

 
At 23/8/07 00:13, Blogger Tomás Grounauer said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar,de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo. "Salud" dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿SERÍA UN RITUAL DE BIENVENIDA

 
At 23/8/07 09:27, Blogger FL said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar,de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo. "Salud" dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? LE BUSQUÉ EL PULSO PERO

 
At 23/8/07 11:03, Blogger Xuravet said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar,de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo. "Salud" dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida?. Le busqué el pulso pero INESPERADAMENTE ME TOMÓ DEL BRAZO

 
At 23/8/07 12:25, Blogger Polaroid said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar,de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo. "Salud" dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida?. Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo CON TANTA FUERZA QUE

 
At 23/8/07 15:16, Blogger Unknown said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar,de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo. "Salud" dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida?. Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que TUVE QUE AGACHARME AL NIVEL

 
At 23/8/07 15:44, Blogger Xuravet said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar,de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo. "Salud" dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida?. Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel DE SUS OJOS. SU EXPRESIÓN

 
At 23/8/07 19:41, Blogger Begonia Loverraine. said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar,de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo. "Salud" dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida?. Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel DE SUS OJOS. Su expresión TAN PÁLIDA. DETRÁS MÍO UN

 
At 23/8/07 21:33, Blogger Maturin said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar,de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo. "Salud" dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida?. Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un DROMEDARIO GOLPEABA INSISTENTE MI ESPALDA

 
At 23/8/07 21:40, Blogger Carpe diem said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo. “Salud” dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
YO NO ESTABA DROGADO

 
At 24/8/07 00:26, Blogger Tomás Grounauer said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo. “Salud” dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, TAN SOLO ALGO BEBIDO

 
At 24/8/07 01:20, Blogger Polaroid said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo. “Salud” dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido CON EL TÉ DE TILO

 
At 24/8/07 10:57, Blogger Xuravet said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo. “Salud” dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. SÚBITAMENTE SE INCORPORÓ Y DIJO

 
At 24/8/07 11:13, Blogger Unknown said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo. “Salud” dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo: EL DROMEDARIO NO SE VENDE.

 
At 24/8/07 13:11, Blogger EnLaOscuridadDeLaNoche said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo. “Salud” dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo: El dromedario no se vende.
MIRÉ ATÓNITO A MI ESPALDA

 
At 24/8/07 15:25, Blogger Xuravet said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo. “Salud” dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo: El dromedario no se vende.
Miré atónito a mi espalda MIENTRAS EL DROMEDARIO DESAPARECÍA, NUEVAMENTE

 
At 24/8/07 18:57, Blogger Tomás Grounauer said...

Xuravet dijo...
“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo. “Salud” dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo: El dromedario no se vende.
Miré atónito a mi espalda mientras el dromedario desaparecía, nuevamente DEJANDOME ESTUPEFACTO

 
At 24/8/07 19:34, Blogger Begonia Loverraine. said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo. “Salud” dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo: El dromedario no se vende.
Miré atónito a mi espalda mientras el dromedario desaparecía, nuevamente dejándome estupefacto.
¿TIENE CALOR? ACÉRQUESE

 
At 26/8/07 11:48, Blogger Tomás Grounauer said...

Begonia Loverraine. dijo...
“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo. “Salud” dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo: El dromedario no se vende.
Miré atónito a mi espalda mientras el dromedario desaparecía, nuevamente dejándome estupefacto.
¿Tiene calor? Acérquese Y TOME ESTE TÉ HELADO

 
At 27/8/07 12:18, Blogger Unknown said...

Begonia Loverraine. dijo...
“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo. “Salud” dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo: El dromedario no se vende.
Miré atónito a mi espalda mientras el dromedario desaparecía, nuevamente dejándome estupefacto.
¿Tiene calor? Acérquese y tome este té helado. NO GRACIAS, YA TOMÉ Y

 
At 27/8/07 17:34, Blogger Carpe diem said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo. “Salud” dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo: El dromedario no se vende.
Miré atónito a mi espalda mientras el dromedario desaparecía, nuevamente dejándome estupefacto.
¿Tiene calor? Acérquese y tome este té helado. No gracias, ya tomé y SUFICIENTE POR LO VISTO.

 
At 27/8/07 17:38, Anonymous Anónimo said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo. “Salud” dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo: El dromedario no se vende.
Miré atónito a mi espalda mientras el dromedario desaparecía, nuevamente dejándome estupefacto.
¿Tiene calor? Acérquese y tome este té helado. No gracias, ya tomé y suficiente por lo visto.
HÁBLEME DE LO QUE VENDE

 
At 27/8/07 19:37, Blogger Begonia Loverraine. said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer: al infinito y más allá. Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo. “Salud” dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo: El dromedario no se vende.
Miré atónito a mi espalda mientras el dromedario desaparecía, nuevamente dejándome estupefacto.
¿Tiene calor? Acérquese y tome este té helado. No gracias, ya tomé y suficiente por lo visto. Hábleme de lo que vende.
BIEN. ¿VÉ AQUEL PASILLO

 
At 27/8/07 19:58, Anonymous Anónimo said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer:
—Al infinito y más allá.
Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo.
—Salud— dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo:
—El dromedario no se vende.
Miré atónito a mi espalda mientras el dromedario desaparecía, nuevamente dejándome estupefacto.
—¿Tiene calor? Acérquese y tome este té helado.
—No gracias, ya tomé y suficiente por lo visto. Hábleme de lo que vende.
—Bien. ¿Ve aquel pasillo? LO VENDO BIEN BARATO.

 
At 27/8/07 20:19, Blogger Psicodélica star said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer:
—Al infinito y más allá.
Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo.
—Salud— dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo:
—El dromedario no se vende.
Miré atónito a mi espalda mientras el dromedario desaparecía, nuevamente dejándome estupefacto.
—¿Tiene calor? Acérquese y tome este té helado.
—No gracias, ya tomé y suficiente por lo visto. Hábleme de lo que vende.
—Bien. ¿Ve aquel pasillo? Lo vendo bien barato.
—¿CUÁNTO ES BARATO?

 
At 27/8/07 22:28, Anonymous Anónimo said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer:
—Al infinito y más allá.
Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo.
—Salud— dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo:
—El dromedario no se vende.
Miré atónito a mi espalda mientras el dromedario desaparecía, nuevamente dejándome estupefacto.
—¿Tiene calor? Acérquese y tome este té helado.
—No gracias, ya tomé y suficiente por lo visto. Hábleme de lo que vende.
—Bien. ¿Ve aquel pasillo? Lo vendo bien barato.
-¿Cuánto es barato?
-TAN SÓLO 10 KOPECKS.

 
At 28/8/07 13:26, Blogger Xuravet said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer:
—Al infinito y más allá.
Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo.
—Salud— dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo:
—El dromedario no se vende.
Miré atónito a mi espalda mientras el dromedario desaparecía, nuevamente dejándome estupefacto.
—¿Tiene calor? Acérquese y tome este té helado.
—No gracias, ya tomé y suficiente por lo visto. Hábleme de lo que vende.
—Bien. ¿Ve aquel pasillo? Lo vendo bien barato.
-¿Cuánto es barato?
-Tan solo 10 KOPECKS.
-¿Y LAS ALMAS?

 
At 28/8/07 20:17, Blogger Begonia Loverraine. said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer:
—Al infinito y más allá.
Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo.
—Salud— dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo:
—El dromedario no se vende.
Miré atónito a mi espalda mientras el dromedario desaparecía, nuevamente dejándome estupefacto.
—¿Tiene calor? Acérquese y tome este té helado.
—No gracias, ya tomé y suficiente por lo visto. Hábleme de lo que vende.
—Bien. ¿Ve aquel pasillo? Lo vendo bien barato.
-¿Cuánto es barato?
-Tan solo 10 Kopecks.
-¿Y las almas?
-1.50
TORCÍ EL LABIO PENSATIVO

 
At 28/8/07 20:38, Blogger Xuravet said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer:
—Al infinito y más allá.
Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo.
—Salud— dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo:
—El dromedario no se vende.
Miré atónito a mi espalda mientras el dromedario desaparecía, nuevamente dejándome estupefacto.
—¿Tiene calor? Acérquese y tome este té helado.
—No gracias, ya tomé y suficiente por lo visto. Hábleme de lo que vende.
—Bien. ¿Ve aquel pasillo? Lo vendo bien barato.
-¿Cuánto es barato?
-Tan solo 10 Kopecks.
-¿Y las almas?
-1.50
Torcí el labio pensativo.
-¿Y DE QUE TIPOS TIENE?

 
At 29/8/07 14:46, Blogger Carpe diem said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer:
—Al infinito y más allá.
Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo.
—Salud— dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo:
—El dromedario no se vende.
Miré atónito a mi espalda mientras el dromedario desaparecía, nuevamente dejándome estupefacto.
—¿Tiene calor? Acérquese y tome este té helado.
—No gracias, ya tomé y suficiente por lo visto. Hábleme de lo que vende.
—Bien. ¿Ve aquel pasillo? Lo vendo bien barato.
—¿Cuánto es barato?
—Tan sólo 10 Kopecks.
—¿Y las almas?
–1.50
Torcí el labio pensativo.
—¿Y de qué tipos tiene?
—DE LAS QUE SE VENDEN...

 
At 29/8/07 15:52, Anonymous Anónimo said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer:
—Al infinito y más allá.
Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo.
—Salud— dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo:
—El dromedario no se vende.
Miré atónito a mi espalda mientras el dromedario desaparecía, nuevamente dejándome estupefacto.
—¿Tiene calor? Acérquese y tome este té helado.
—No gracias, ya tomé y suficiente por lo visto. Hábleme de lo que vende.
—Bien. ¿Ve aquel pasillo? Lo vendo bien barato.
—¿Cuánto es barato?
—Tan sólo 10 Kopecks.
—¿Y las almas?
–1.50
Torcí el labio pensativo.
—¿Y de qué tipos tiene?
—De las que se venden A CAMBIO DE LUJOS INALCANZABLES

 
At 29/8/07 16:27, Blogger EnLaOscuridadDeLaNoche said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer:
—Al infinito y más allá.
Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo.
—Salud— dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo:
—El dromedario no se vende.
Miré atónito a mi espalda mientras el dromedario desaparecía, nuevamente dejándome estupefacto.
—¿Tiene calor? Acérquese y tome este té helado.
—No gracias, ya tomé y suficiente por lo visto. Hábleme de lo que vende.
—Bien. ¿Ve aquel pasillo? Lo vendo bien barato.
—¿Cuánto es barato?
—Tan sólo 10 Kopecks.
—¿Y las almas?
–1.50
Torcí el labio pensativo.
—¿Y de qué tipos tiene?
—De las que se venden a cambio de lujos inalcanzables.
QUIZÁS ALLÍ ESTUVIERA LA MÍA.

 
At 29/8/07 16:47, Blogger Carpe diem said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer:
—Al infinito y más allá.
Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo.
—Salud— dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo:
—El dromedario no se vende.
Miré atónito a mi espalda mientras el dromedario desaparecía, nuevamente dejándome estupefacto.
—¿Tiene calor? Acérquese y tome este té helado.
—No gracias, ya tomé, y suficiente por lo visto. Hábleme de lo que vende.
—Bien. ¿Ve aquel pasillo? Lo vendo bien barato.
—¿Cuánto es barato?
—Tan sólo 10 Kopecks.
—¿Y las almas?
–1.50
Torcí el labio pensativo.
—¿Y de qué tipos tiene?
—De las que se venden a cambio de lujos inalcanzables.
Quizás allí estuviera la mía –PENSÉ, Y COMENCÉ A BUSCARLA

 
At 29/8/07 19:44, Blogger Xuravet said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer:
—Al infinito y más allá.
Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo.
—Salud— dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo:
—El dromedario no se vende.
Miré atónito a mi espalda mientras el dromedario desaparecía, nuevamente dejándome estupefacto.
—¿Tiene calor? Acérquese y tome este té helado.
—No gracias, ya tomé, y suficiente por lo visto. Hábleme de lo que vende.
—Bien. ¿Ve aquel pasillo? Lo vendo bien barato.
—¿Cuánto es barato?
—Tan sólo 10 Kopecks.
—¿Y las almas?
–1.50
Torcí el labio pensativo.
—¿Y de qué tipos tiene?
—De las que se venden a cambio de lujos inalcanzables.
Quizás allí estuviera la mía –pensé, y comencé a buscarla SIN SABER EXACTAMENTE COMO SERÍA

 
At 30/8/07 13:32, Blogger EnLaOscuridadDeLaNoche said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer:
—Al infinito y más allá.
Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo.
—Salud— dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo:
—El dromedario no se vende.
Miré atónito a mi espalda mientras el dromedario desaparecía, nuevamente dejándome estupefacto.
—¿Tiene calor? Acérquese y tome este té helado.
—No gracias, ya tomé, y suficiente por lo visto. Hábleme de lo que vende.
—Bien. ¿Ve aquel pasillo? Lo vendo bien barato.
—¿Cuánto es barato?
—Tan sólo 10 Kopecks.
—¿Y las almas?
–1.50
Torcí el labio pensativo.
—¿Y de qué tipos tiene?
—De las que se venden a cambio de lujos inalcanzables.
Quizás allí estuviera la mía –pensé, y comencé a buscarla sin saber exáctamente cómo sería.
ENTONCES VI SU EXPRESIÓN DIVERTIDA

 
At 30/8/07 20:24, Blogger Begonia Loverraine. said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer:
—Al infinito y más allá.
Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo.
—Salud— dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo:
—El dromedario no se vende.
Miré atónito a mi espalda mientras el dromedario desaparecía, nuevamente dejándome estupefacto.
—¿Tiene calor? Acérquese y tome este té helado.
—No gracias, ya tomé, y suficiente por lo visto. Hábleme de lo que vende.
—Bien. ¿Ve aquel pasillo? Lo vendo bien barato.
—¿Cuánto es barato?
—Tan sólo 10 Kopecks.
—¿Y las almas?
–1.50
Torcí el labio pensativo.
—¿Y de qué tipos tiene?
—De las que se venden a cambio de lujos inalcanzables.
Quizás allí estuviera la mía –pensé, y comencé a buscarla sin saber exáctamente cómo sería.
Entonces vi su expresión divertida. LA IMAGEN DE MI TÍA

 
At 31/8/07 11:44, Blogger Xuravet said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer:
—Al infinito y más allá.
Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo.
—Salud— dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo:
—El dromedario no se vende.
Miré atónito a mi espalda mientras el dromedario desaparecía, nuevamente dejándome estupefacto.
—¿Tiene calor? Acérquese y tome este té helado.
—No gracias, ya tomé, y suficiente por lo visto. Hábleme de lo que vende.
—Bien. ¿Ve aquel pasillo? Lo vendo bien barato.
—¿Cuánto es barato?
—Tan sólo 10 Kopecks.
—¿Y las almas?
–1.50
Torcí el labio pensativo.
—¿Y de qué tipos tiene?
—De las que se venden a cambio de lujos inalcanzables.
Quizás allí estuviera la mía –pensé, y comencé a buscarla sin saber exáctamente cómo sería.
Entonces vi su expresión divertida. La imagen de mi tía PARADA JUNTO AL DROMEDARIO

 
At 1/9/07 13:32, Blogger Carpe diem said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer:
—Al infinito y más allá.
Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo.
—Salud— dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo:
—El dromedario no se vende.
Miré atónito a mi espalda mientras el dromedario desaparecía, nuevamente dejándome estupefacto.
—¿Tiene calor? Acérquese y tome este té helado.
—No gracias, ya tomé, y suficiente por lo visto. Hábleme de lo que vende.
—Bien. ¿Ve aquel pasillo? Lo vendo bien barato.
—¿Cuánto es barato?
—Tan sólo 10 Kopecks.
—¿Y las almas?
–1.50
Torcí el labio pensativo.
—¿Y de qué tipos tiene?
—De las que se venden a cambio de lujos inalcanzables.
Quizás allí estuviera la mía —pensé, y comencé a buscarla sin saber exáctamente cómo sería.
Entonces vi su expresión divertida. La imagen de mi tía parada junto al dromedario ME DISTRAÍA EVENTUALMENTE, PERO A

 
At 3/9/07 10:31, Blogger Unknown said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer:
—Al infinito y más allá.
Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo.
—Salud— dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo:
—El dromedario no se vende.
Miré atónito a mi espalda mientras el dromedario desaparecía, nuevamente dejándome estupefacto.
—¿Tiene calor? Acérquese y tome este té helado.
—No gracias, ya tomé, y suficiente por lo visto. Hábleme de lo que vende.
—Bien. ¿Ve aquel pasillo? Lo vendo bien barato.
—¿Cuánto es barato?
—Tan sólo 10 Kopecks.
—¿Y las almas?
–1.50
Torcí el labio pensativo.
—¿Y de qué tipos tiene?
—De las que se venden a cambio de lujos inalcanzables.
Quizás allí estuviera la mía —pensé, y comencé a buscarla sin saber exáctamente cómo sería.
Entonces vi su expresión divertida. La imagen de mi tía parada junto al dromedario me distraía eventualmente, pero a NADIE LE MOLESTABA QUE ELLA

 
At 3/9/07 11:06, Blogger Xuravet said...

Ary dijo...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer:
—Al infinito y más allá.
Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo.
—Salud— dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo:
—El dromedario no se vende.
Miré atónito a mi espalda mientras el dromedario desaparecía, nuevamente dejándome estupefacto.
—¿Tiene calor? Acérquese y tome este té helado.
—No gracias, ya tomé, y suficiente por lo visto. Hábleme de lo que vende.
—Bien. ¿Ve aquel pasillo? Lo vendo bien barato.
—¿Cuánto es barato?
—Tan sólo 10 Kopecks.
—¿Y las almas?
–1.50
Torcí el labio pensativo.
—¿Y de qué tipos tiene?
—De las que se venden a cambio de lujos inalcanzables.
Quizás allí estuviera la mía —pensé, y comencé a buscarla sin saber exáctamente cómo sería.
Entonces vi su expresión divertida. La imagen de mi tía parada junto al dromedario me distraía eventualmente, pero a nadie molestaba que ella DEPARTIERA ALEGREMENTE CON LAS ALMAS

 
At 3/9/07 20:02, Blogger Begonia Loverraine. said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer:
—Al infinito y más allá.
Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo.
—Salud— dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo:
—El dromedario no se vende.
Miré atónito a mi espalda mientras el dromedario desaparecía, nuevamente dejándome estupefacto.
—¿Tiene calor? Acérquese y tome este té helado.
—No gracias, ya tomé, y suficiente por lo visto. Hábleme de lo que vende.
—Bien. ¿Ve aquel pasillo? Lo vendo bien barato.
—¿Cuánto es barato?
—Tan sólo 10 Kopecks.
—¿Y las almas?
–1.50
Torcí el labio pensativo.
—¿Y de qué tipos tiene?
—De las que se venden a cambio de lujos inalcanzables.
Quizás allí estuviera la mía —pensé, y comencé a buscarla sin saber exáctamente cómo sería.
Entonces vi su expresión divertida. La imagen de mi tía parada junto al dromedario me distraía eventualmente, pero a nadie molestaba que ella departiera alegremente con las almas CERCANAS.
ELEGIME DIJO ESTIRANDO LA

 
At 3/9/07 20:29, Blogger Xuravet said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer:
—Al infinito y más allá.
Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo.
—Salud— dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo:
—El dromedario no se vende.
Miré atónito a mi espalda mientras el dromedario desaparecía, nuevamente dejándome estupefacto.
—¿Tiene calor? Acérquese y tome este té helado.
—No gracias, ya tomé, y suficiente por lo visto. Hábleme de lo que vende.
—Bien. ¿Ve aquel pasillo? Lo vendo bien barato.
—¿Cuánto es barato?
—Tan sólo 10 Kopecks.
—¿Y las almas?
–1.50
Torcí el labio pensativo.
—¿Y de qué tipos tiene?
—De las que se venden a cambio de lujos inalcanzables.
Quizás allí estuviera la mía —pensé, y comencé a buscarla sin saber exáctamente cómo sería.
Entonces vi su expresión divertida. La imagen de mi tía parada junto al dromedario me distraía eventualmente, pero a nadie molestaba que ella departiera alegremente con las almas cercanas.
Elegíme dijo estirando la MANO, PERO NO PODÍA HACERLO

 
At 3/9/07 23:14, Blogger Carpe diem said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer:
—Al infinito y más allá.
Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo.
—Salud— dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo:
—El dromedario no se vende.
Miré atónito a mi espalda mientras el dromedario desaparecía, nuevamente dejándome estupefacto.
—¿Tiene calor? Acérquese y tome este té helado.
—No gracias, ya tomé, y suficiente por lo visto. Hábleme de lo que vende.
—Bien. ¿Ve aquel pasillo? Lo vendo bien barato.
—¿Cuánto es barato?
—Tan sólo 10 Kopecks.
—¿Y las almas?
–1.50
Torcí el labio pensativo.
—¿Y de qué tipos tiene?
—De las que se venden a cambio de lujos inalcanzables.
“Quizás allí estuviera la mía” —pensé, y comencé a buscarla sin saber exáctamente cómo sería.
Entonces vi su expresión divertida. La imagen de mi tía parada junto al dromedario me distraía eventualmente, pero a nadie molestaba que ella departiera alegremente con las almas cercanas.
“Elegime” —dijo estirando la mano, pero no podía hacerlo PORQUE SÓLO TENÍA DINERO PARA

 
At 4/9/07 12:59, Blogger EnLaOscuridadDeLaNoche said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer:
—Al infinito y más allá.
Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo.
—Salud— dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo:
—El dromedario no se vende.
Miré atónito a mi espalda mientras el dromedario desaparecía, nuevamente dejándome estupefacto.
—¿Tiene calor? Acérquese y tome este té helado.
—No gracias, ya tomé, y suficiente por lo visto. Hábleme de lo que vende.
—Bien. ¿Ve aquel pasillo? Lo vendo bien barato.
—¿Cuánto es barato?
—Tan sólo 10 Kopecks.
—¿Y las almas?
–1.50
Torcí el labio pensativo.
—¿Y de qué tipos tiene?
—De las que se venden a cambio de lujos inalcanzables.
“Quizás allí estuviera la mía” —pensé, y comencé a buscarla sin saber exáctamente cómo sería.
Entonces vi su expresión divertida. La imagen de mi tía parada junto al dromedario me distraía eventualmente, pero a nadie molestaba que ella departiera alegremente con las almas cercanas.
“Elegime” —dijo estirando la mano, pero no podía hacerlo porque sólo tenía dinero para LA MÍA, SI LA ENCONTRABA.

 
At 4/9/07 18:39, Blogger Xuravet said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer:
—Al infinito y más allá.
Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo.
—Salud— dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo:
—El dromedario no se vende.
Miré atónito a mi espalda mientras el dromedario desaparecía, nuevamente dejándome estupefacto.
—¿Tiene calor? Acérquese y tome este té helado.
—No gracias, ya tomé, y suficiente por lo visto. Hábleme de lo que vende.
—Bien. ¿Ve aquel pasillo? Lo vendo bien barato.
—¿Cuánto es barato?
—Tan sólo 10 Kopecks.
—¿Y las almas?
–1.50
Torcí el labio pensativo.
—¿Y de qué tipos tiene?
—De las que se venden a cambio de lujos inalcanzables.
“Quizás allí estuviera la mía” —pensé, y comencé a buscarla sin saber exáctamente cómo sería.
Entonces vi su expresión divertida. La imagen de mi tía parada junto al dromedario me distraía eventualmente, pero a nadie molestaba que ella departiera alegremente con las almas cercanas.
“Elegime” —dijo estirando la mano, pero no podía hacerlo porque sólo tenía dinero para la mía, si la encontraba. ME MIRÓ COMPRENSIVA Y SEÑALÓ

 
At 4/9/07 21:15, Blogger Carpe diem said...

“Nunca hables con extraños”, me decía la tía Tota, y aunque la aprecio mucho, reconozco en su frase una tentadora prohibición que no podía dejar de transgredir.
Fue así como la tarde del 6 de marzo, empecinado en las transgresiones, opté por ir a lo de una persona completamente desconocida y comenzar un apasionado romance; el problema era que no me decidía por cuál puerta golpear. Entonces pensé que sería bueno dejar mi suerte librada al bazar, y hacia allá fui buscando una cura momentánea, sublime. Me subí por ende al primer taxi que vi y le dije al chofer:
—Al infinito y más allá.
Condujo silencioso por largo rato hasta que, repentinamente, vi un magnífico bazar que ostentaba un cartel: “Entre, atrévase a buscar nostalgias y no encontrará ninguna; aquí se venden almas”. Y entré nomás.
Me atendió un señor barbudo, vestido con una túnica verdemar, de mirada apacible pero penetrante. Me recibió con un estornudo.
—Salud— dije, y se desplomó ante mis pies dejándome desconcertado. ¿Sería un ritual de bienvenida? Le busqué el pulso pero inesperadamente me tomó del brazo con tanta fuerza que tuve que agacharme al nivel de sus ojos. Su expresión tán pálida. Detrás mío un dromedario golpeaba insistente mi espalda...
Yo no estaba drogado, tan solo algo bebido con el té de tilo. Súbitamente se incorporó y dijo:
—El dromedario no se vende.
Miré atónito a mi espalda mientras el dromedario desaparecía, nuevamente dejándome estupefacto.
—¿Tiene calor? Acérquese y tome este té helado.
—No gracias, ya tomé, y suficiente por lo visto. Hábleme de lo que vende.
—Bien. ¿Ve aquel pasillo? Lo vendo bien barato.
—¿Cuánto es barato?
—Tan sólo 10 Kopecks.
—¿Y las almas?
–1.50
Torcí el labio pensativo.
—¿Y de qué tipos tiene?
—De las que se venden a cambio de lujos inalcanzables.
“Quizás allí estuviera la mía” —pensé, y comencé a buscarla sin saber exáctamente cómo sería.
Entonces vi su expresión divertida. La imagen de mi tía parada junto al dromedario me distraía eventualmente, pero a nadie molestaba que ella departiera alegremente con las almas cercanas.
“Elegime” —dijo estirando la mano, pero no podía hacerlo porque sólo tenía dinero para la mía, si la encontraba. Me miró comprensiva y señaló UN ESPEJO A MIS ESPALDAS.

 

<< Home