Espejo

Como refiriera recientemente en el blog de ¿...?, estuve leyendo la Apología de Apuleyo (s. II d.C.). Sépase: Apu (no, nada que ver con los Simpsons) fue acusado en su época de ser mago y otras truculencias; lo que he leído sería el discurso que profirió en defensa propia a la hora de ser enjuiciado. No entraré en mayores detalles porque probablemente los aburra un poco; como introducción, lo dicho ya basta (cualquier duda extra ya saben dónde encontrarme... sí, en los comentarios, claro).
Resulta que, entre los tantos absurdos argumentos que los acusadores le hacen, figura uno más que peculiar: “¡Apu tiene un espejo, el filósofo tiene un espejo!” Entonces Apu dedica un buen par de palabras (Apol., 13.5 a 16.8) para ‘demostrar’ lo inofensivo de poseer un espejo. No voy a transcribir toda la sección porque sé que es un tipo de texto que no suele ser muy popular (pero si les interesa leerla, el último link es bilingüe, inglés-latín). Lo que sí haré es rescatar esta parte que me pareció genial y al mismo tiempo me quemó el cerebro, algunas reflexiones de filósofos frente a un espejo (objeto que ya no puedo mirar con los mismos ojos):

[15](12) “Nam saepe oportet non modo similitudinem suam, uerum etiam ipsius similitudinis rationem considerare: num, ut ait Epicurus, profectae a nobis imagines uelut quaedam exuuiae iugi fluore a corporibus manantes, cum leue aliquid et solidum offenderunt, illisae reflectantur et retro expressae contrauersim respondeant; (13) an, ut alii philosophi disputant, radii nostri seu mediis oculis proliquati et lumini extrario mixti atque ita uniti, ut Plato arbitratur, (14) seu tantum oculis profecti sine ullo foris amminiculo, ut Archytas putat, seu intentu aëris facti, ut Stoici rentur, (15) cum alicui corpori inciderunt spisso et splendido et leui, paribus angulis quibus inciderant resultent ad faciem suam reduces atque ita, quod extra tangant ac uisant, id intra speculum imaginentur”.

“Pues a menudo es necesario que (el filósofo) considere no sólo su semejanza, sino también la razón de la misma semejanza: acaso, como dice Epicuro, las imágenes que parten de nosotros como ciertos despojos que emanan de los cuerpos en flujo perenne, cuando se encuentran con algo liso y sólido, después de golpear, son devueltas y, reproducidas hacia atrás, corresponden en forma inversa; (13) o, como sostienen otros filósofos, nuestros rayos, ya sea licuefactos en medio de los ojos y mezclados con la luz exterior, y así unidos, como juzga Platón, (14) ya sea simplemente salidos de los ojos sin ningún apoyo externo, como piensa Arquitas, ya sea excitados por la tensión del aire, como creen los estoicos, (15) cuando han dado en algún cuerpo denso, brillante y liso, rebotan en ángulos iguales a los de su incidencia y regresan a su propia figura y así, lo que tocan y ven fuera, representan en el interior del espejo”.