octubre 16, 2011

Oh, no! Mató Péy & Co.

Sí, cuando el gasismo alcanza niveles épico-altos, uno entra a boludear con las palabras. O al menos yo, y eso ya lo saben. El título de esta sandez es, por un lado, clara prueba de ello y de los estragos del alpedismo. El contenido del post, por otro lado (o por el mismo), es meramente más muestra de gasificación neuronal. Hecha tal advertencia a vuestra salud mental, procedo a compartir con ustedes tamaña ñoñez.

Sabido es (aunque las más de las veces sólo por intuición consuetudinaria —si acaso cosa tal existe— que por un estudio serio de la cuestión) que a determinado sonido corresponde alguna que otra respectiva onomatopeya que medianamente podemos balbucear por escrito. Así, por ejemplo, para nosotros (hispano-hablantes) un perro ladra “guau guau”, un gato maúlla “miau miau” y nos reímos con “ja ja ja”. La digresión al mundo onomatopéyico según la lengua hablada mejor dejarla para otra ocasión, apenas sirva de muestra-ejemplo-botón lo que hace el inglés para que se entienda a qué no voy a referirme: en inglés, un perro (grande) ladra “woof woof”, un gato maúlla “miaow miaow” y, para reírse, nada mejor que “ha ha ha”.


Ahora bien, he aquí el dilema con el que me he topado. En uno de nuestros habituales delirados chats con Ivana, quisimos —sin llegar más que ocurrencias ridículas— plasmar ortográficamente la onomatopeya del chasquido de los dedos tan característica de la canción de Los Locos Adams. Labor infructuosa que me dejó además una buena dosis de consternación. Creo con convicción que tal sonido debería tener su respectiva onomatopeya pero resulta que oh, no, no la tiene, o al menos no está instaurada como tal y no sé cómo podré continuar viviendo así. Intento e intento pero no llego a nada decente (¿“tris tris”? ajjj). Así que, si se te ocurre algo que pueda salvar mi vida, si acaso algún idioma logró esta grandeza, please, no dejes de compartirlo. Gracias.