Riiiinggg
“I’ve got to find a place to hideaway / far from the shadows of my mind.”
Meditando un poco lo propuesto por Gerund acerca de las palabras compuestas, me topé neuronalmente con algunos casos interesantes de concatenación de palabras. He aquí un ejemplo:
Hasta donde sé, el título de este post es lo que significa el nombre de Yoko Ono en inglés. De hecho, es por eso que Lennon incluyó esas palabras en la letra de la canción “Julia”, en el Álbum Blanco.
Tuve el enorme placer de conocerla cuando estuvo en Argentina, en el año 1998. Y llegué a pedirle un autógrafo que guardo con cariño. Una compañera de la universidad que trabajaba en los medios me regaló el pase a la conferencia de prensa que dio en el Centro Cultural Recoleta y fue así como logré estar cerca de ella.
No me acuerdo muy bien por qué había tan poca gente cuando ella y yo estuvimos frente a frente, de pie, en medio del patio del museo. Recuerdo que me sonrió, dedicó y firmó la hoja en un extraño momento de quietud y que cuando terminó de hacerlo comenzó a llegar más gente y debió ponerse en movimiento.
Yo no te puedo explicar lo que sentí en ese momento, como tampoco podría decirte lo que me generó ver salir a Paul Mc Cartney al escenario cuando estuvo en River. Son cosas de fanáticos...
Lo que sí te puedo decir es que no soy —como ya te habrás dado cuenta— de esas personas que creen que Yoko es la culpable de la separación de los Beatles y todas esas gansadas. Si quieren, fue un factor más, junto con otros 14 ó 15 que hicieron que John, Paul, George y Ringo dijeran “hasta acá llegamos juntos”, pero jamás la razón clave.
Por otra parte, hay quienes, sin entrar en ese terreno, opinan que el trabajo de Yoko es un horror, que cuando cantaba sólo pegaba unos gritos espantosos y que artísticamente era un desastre. Quienes dicen eso no se tomaron un mísero instante de sus vidas para averiguar qué era lo que ella hacía, pensaba o decía en aquellos años.
Convengamos que hay canciones de los '70 que crispan un poco los nervios, pero correspondían a un contexto en particular, no es que Yoko siguió gritando por la vida, no sé si me explico... Escuchá sus últimos discos y vas a ver a qué me refiero.
Yoko Ono, a mi humilde entender, es una artista muy interesante, muchas veces incomprendida, muchas veces relegada por el karma de “viuda de Lennon” que la perseguirá hasta el día en que vuelva a reunirse con él. No sé cuándo será eso, pero sí sé que hoy cumple 75 años y se mantiene más que bien.
Es por todos sabido: hay muchas NORMAS. Hay montones y montones, de todo tipo y caracter. He aquí un ínfimo ejemplo: por Norma, los monosílabos no llevan tilde, a excepción —claro está— de la tilde diacrítica (ésa que se usa para diferenciar de de dé, o te de té, por ejemplo).
“Creo que la verdad está bien en las matemáticas, en la química, en la filosofía. No en la vida. En la vida es más importante la ilusión, la imaginación, el deseo, la esperanza. Además, ¿sabemos acaso lo que es la verdad? Si yo le digo que aquel trozo de ventana es azul, digo una verdad. Pero es una verdad parcial, y por lo tanto una especie de mentira. Porque ese trozo de ventana no está solo, está en una casa, en una ciudad, en un paisaje. Está rodeado del gris de ese muro de cemento, del azul claro de este cielo, de aquellas nubes alargadas, de infinitas cosas más. Y si no digo todo, absolutamente todo, estoy mintiendo. Pero decir todo es imposible, aun en este caso de la ventana, de un simple trozo de la realidad física, de la simple realidad física. La realidad es infinita y además infinitamente matizada, y si me olvido de un solo matiz ya estoy mintiendo. Ahora, imagínese lo que es la realidad de los seres humanos con sus complicaciones y recovecos, contradicciones y además cambiantes. Porque cambia a cada instante que pasa, y lo que éramos hace un momento no lo somos más. ¿Somos, acaso, siempre la misma persona? ¿Tenemos, acaso, siempre los mismos sentimientos? Se puede querer a alguien y de pronto desestimarlo y hasta detestarlo. Y si cuando lo desestimamos cometemos el error de decírselo, eso es una verdad, pero una verdad momentánea, que no será más verdad dentro de una hora o al otro día, o en otras circunstancias. Y en cambio el ser a quien se la decimos creerá que ésa es la verdad, la verdad para siempre y desde siempre. Y se hundirá en la desesperación.”
Cepillábame alegremente los dientes —y delicadamente la muela retobada (su destino está en ‘veremos’)— al tiempo que mis ojos repasaban la serie de objetos semi-desperdigados en torno al lavatorio, un poco pensando en el desorden que había y otro poco en cómo podría solucionarse más fácilmente.