SOLER
Sí, también tengo verbos preferidos y éste es uno de ellos. Pocos idiomas tienen un verbo como soler, generalmente suplen su carencia con algún adverbio o alguna construcción que da la idea de un hábito. El hecho de que el español lo tenga me llena estúpidamente de orgullo, y cada día que pasa me convenzo más de la inmensa riqueza semántica de nuestra lengua.
Suelo sumergirme en cuestiones de filosofía del lenguaje al meditar acerca de su defectividad (un verbo defectivo es aquel que no es posible conjugarlo en todos los tiempos), y uds. saben ya a esta altura que suelo irme al carajo con cuestiones como éstas.
El adjetivo insolente proviene precisamente de este verbo (del participio latino insolens, ‘in+solere’) y ya Covarrubias lo definía así en su Tesoro de la Lengua Castellana (1611): “El sobervio y arrojado, desvanecido; porque las cosas que éste haze no las hazen los demás ni acostumbran tal modo de proceder. Insolente, cosa la que raras vezes se vee. Insolencia, la tal osadía, sobervia y demasía.”
Es una lástima que hoy en día este adjetivo casi no se utilice, porque yo me esfuerzo cotidianamente, propasando todo límite y profiriendo cantidad de barbaridades a los transeúntes, esperando el día en que alguno me diga “Insolente” y yo pueda entonces responderle: “No, yo suelo”. Por ahora, y hasta tanto logre mi cometido, deberé afrontar el hecho de que, merced a los golpes propinados, suelo terminar en el suelo y recién ahí suelo recordar mi estupidez.